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sábado, 4 de junio de 2016

Algunos símbolos de El Mago de Oz como metáfora del viaje espiritual


     Hace unos días fui invitado a asistir a la representación de la obra musical El Mago de Oz realizado por alumnos de sexto de primaria. No recuerdo haberla visto nunca en cine y, con seguridad, tampoco en teatro. De hecho, poco conocía de ella excepto la maravillosa canción Over the rainbow en sus diferentes versiones, y que estaba protagonizada por unos personajes disfrazados de forma bastante ridícula, algo así como la troupe de payasos de un circo. Es decir, la idea de la obra El Mago de Oz me producía cierta aversión intelectual, algo así como una súper ñoñería intrascendente para niños, de esas de las que los adultos-adultos, y más si se creen serios, se tienen que mantener alejados. Sin embargo, había oído a una persona decir que la obra tenía mucha simbología, pero sin saber yo dónde se encontraba exactamente.
     Así que asistía a esta obra dispuesto a descubrir esta simbología que tenía entendido que contenía, pero que no sabía muy bien dónde se encontraría. Y mientras contemplaba la obra representada por niños, admirable por el esfuerzo que conllevaba para niños de 12 años, pero al mismo tiempo muy imperfecta, no paraba de admirarme de la simbología que contenía desde el punto de vista del camino espiritual. No se trababa de una obra “para niños”, se trataba de una obra para todos, en la que podemos ver de manera plástica los retos del recorrido del hombre en su senda por la tierra; algo así como los frescos de las antiguas iglesias, auténticas narraciones para los que no sabían leer. Como la obra que vi era una versión simplificada, no estoy seguro de que toda la información que capté sea exacta en relación con la película o con el libro. En cualquier caso, este escrito no muestra más que las líneas principales de la obra.
     El viaje como símbolo del paso del hombre por la tierra es un argumento clásico que existe y ha existido en todas las culturas y que se refleja en sus mitos, que explora magníficamente Joseph Campbell en su obra más conocida sobre el llamado “viaje del héroe”: El héroe de las mil caras. Dejemos esto como tarea pendiente para aquellos que deseen investigar sobre este asunto.
     Comencemos por el principio. La obra está protagonizada por Dorothy, una niña huérfana de unos 12 años que vive con sus tíos. Aunque niña, Dorothy representa en esta obra el arquetipo del ser humano con el que todos nos podemos identificar. Veamos el inicio de la obra: Dorothy ha tenido un problema con su perrito Totó y para salvar la situación decide huir de su casa e ir a un país donde no hay problemas y todo es felicidad. Con tan solo este comienzo ya hay material suficiente para iniciar un examen de los símbolos.
     Como hemos dicho antes, Dorothy representa al ser humano, pues reacciona y se comporta como lo hace el ser humano corriente. Sin embargo, Dorothy aparece como una niña. ¿Cómo una niña puede simbolizar al ser humano? En primer lugar, Dorothy es una niña huérfana. El huérfano es el que ha perdido el apoyo de sus padres, el que ha cortado con su árbol genealógico, el que no tiene en quién apoyarse cuando lo necesita. Sus padres ya no están aquí físicamente, los únicos padres que la acompañan son los padres interiores, la vivencia que guarda de su padre y de su madre en su interior, y que van con ella dondequiera que vaya, aunque sea a China o a las antípodas. Es con esos padres con los que como adultos tenemos que vivir, aunque estemos alejados de ellos, aunque vivan en otro país, no importa la distancia, o aunque hayan muerto. Como decía el gestaltista Enrique de Diego, “madre no hay más que una y hasta que mi muerte nos separe”.
     Por otra parte, la idea de orfandad nos remite a la condición intrínseca del hombre: el ser humano nace y muere solo, y aunque en el viaje va acompañado por muchos, esta soledad intrínseca no desaparece, solo se alivia de forma momentánea. Algunos han hablado de la angustia de vivir, la angustia vital. Ese sentimiento siempre está ahí, al acecho. No hace mucho, la mera supervivencia era muy dura y la gente consumía la mayor parte de sus energías tan solo en sobrevivir, pero hoy en día, con una calidad de vida mucho mayor, esta angustia vital surge con mucha más facilidad, aunque nos hagamos expertos en camuflarla con todo tipo de actividades, compras (recordemos aquel lema publicitario de “compro, luego existo”) y todo tipo de argucias.
     Finamente, la orfandad alude a la idea de la persona que tiene que apelar a sus propios recursos para salir adelante en la vida, o lo que es lo mismo, a la persona adulta. Y precisamente son estos recursos de los que carece Dorothy lo que la llevan a comportarse como lo hacemos habitualmente los adultos mientras vamos aprendiendo en nuestra senda por la vida. Es por ello que Dorothy, aunque niña, simboliza al ser humano adulto.
     Como dijimos anteriormente, Dorothy ha tenido un problema con su perrito Totó y decide huir para “solucionar” el problema. Dorothy está aprendiendo en su viaje vital, y cree que el problema que tiene está afuera. No se ha dado cuenta de que el problema va con ella, la acompaña allá donde vaya. Es decir, que su falta de recursos interiores para manejar la situación vital que está viviendo en ese momento hace que lo vea como un problema externo, y cree que yendo a otro sitio no habrá más problemas. Mediante la huida, se está poniendo en juego un mecanismo compensatorio: la situación que estoy viviendo me hace sufrir, me siento mal en ella (le falta añadir, “está mal porque no sé cómo manejarlo”) y ahí fuera existe otra realidad maravillosa donde estos problemas no existen. Lo de fuera saca lo que uno tiene dentro sin resolver, o lo que es lo mismo, el mecanismo de la proyección, pongo fuera lo que tengo dentro porque no soy capaz de verlo en mí y lo veo en los demás. Los retos que uno encuentra en la vida le están dando a uno la oportunidad de resolver aquello que tiene sin manejar en su interior. En esta situación es fácil pensar que esto no tiene que ser así si cambia el exterior, y buscamos ese exterior que es aparentemente diferente. En la película este mundo exterior imaginario que se anhela viene simbolizado por la canción Over the rainbow. Algunas de las líneas más significativas en este sentido dicen:
Somewhere over the rainbow
Skies are blue
And the dreams that you dare to dream
Really do come true.

En algún lugar, sobre el arcoiris,
el cielo es azul,
y los sueños que te atreverías a soñar,
se hacen realidad.

Some day I'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far behind me
Where troubles melt like lemondrops.

Algún día, pediré un deseo a una estrella,
y despertaré lejos de las nubes, dejándolas atrás.
Donde los problemas se deshacen, como gotas de limón.

     Como hemos dicho es esta falta de recursos internos, frente a la situación problemática que vive, la que lleva a Dorothy a huir. Dorothy no es capaz de ver que ya dispone de todo lo que necesita para la vida que le toca vivir, y, por lo tanto, precisa que alguien se lo diga, que alguien le diga que es inteligente, que es amorosa y que tiene fuerza, que tiene esos recursos en su interior para afrontar los retos de su vida.
     Y con la huida comienzan sus aventuras. Se encuentra con tres personajes que son una proyección del mundo interior carencial, sin recursos, de Dorothy, el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león miedoso, que se convertirán en sus amigos y la acompañarán en la búsqueda del Mago de Oz. El primero con el que se encuentra es el espantapájaros. Este se ve poco inteligente, dice que quiere un cerebro. ¿Para qué? Dice que quiere un cerebro para hacer cosas que hacen otros como resolver acertijos. Por las respuestas que da vemos que el espantapájaros es un ser inteligente, pero se compara y en esa comparación se ve inferior, se ve menos. Seguidamente se encuentra con el hombre de hojalata. Este se ve sin sentimientos, quiere ser empático, y para ello necesita un corazón. Y finalmente se encuentra con el león miedoso, que dice que no tiene valor, que se da miedo de sí mismo, y lo que desea es tener coraje. Dorothy, Totó y sus amigos se encaminan en busca del mago con la esperanza de que les dé aquello de lo que carecen. Cuando se encuentran con este, se revela la verdad del asunto: el mago no es más que una persona normal y corriente disfrazada. De hecho, es el piloto de un globo aerostático que se ha perdido y que disfrazado de una manera peculiar y recurriendo a trucos de magia se hace pasar por mago. Pero aun descubierta la farsa, esta continua. Como Dorothy cree carecer de recursos interiores, tiene que venir alguien de fuera y decirle aquello que necesita oír para poder activarlos, aunque se sepa que en ese acto de activación hay mucho de farsa, de mentira. Este simbolismo es el mismo que el que se da en la actualidad con las monarquías y las religiones establecidas, recordemos la importancia de los ropajes y del ritual, y aunque interiormente sepamos que, por ejemplo, los reyes, obispos y rimpochés, son seres humanos como nosotros, nuestra sensación interna de carencia hace que les otorguemos un poder que no tienen, pues todo ese poder que les damos es nuestro poder puesto fuera, y creemos que si ellos hacen algo sobre nosotros, nosotros vamos a ser capaces de reconectar con esas cualidades que ya tenemos. Otra vez el mecanismo de la proyección, pero esta vez en positivo. Y en un acto simbólico, que podríamos calificar como psicomágico, el Mago les “da” lo que necesitan para sentirse lo que ya son, inteligentes, con sentimientos y valientes, y que nadie más que ellos mismos pueden darse. Al espantapájaros sin cerebro le da un papel enrollado, el diploma de un doctorado honoris causa por una universidad, para que se sienta inteligente, y de repente se convierte en alguien que lo es. Lo mismo sucede con el hombre de hojalata, le regala un reloj con forma de corazón que hace tic-tac y súbitamente se convierte en un ser con sentimientos. Y al león miedoso, le da una medalla al valor y pasa a ser un león valiente. Mediante un acto simbólico, con estos elementos del diploma, el reloj y la medalla, se está dando a estos tres personajes las cualidades que ya tenían, recuperan sus habilidades “perdidas”, las habilidades que no sabían que ya poseían y que permanecían durmientes en su interior. Aquí se despide de estos tres amigos para volver a su casa. Siguiendo las instrucciones que le han dado tiene que golpear sus talones y repetir las palabras mágicas “Se está mejor en casa que en ningún sitio”, o lo que es lo mismo, se está mejor cuando uno está en sí, es decir, en lo que es en esencia y de lo que antes creía carecer: inteligencia, amor y energía.
     La historia termina cuando Dorothy despierta en su casa y le dicen que todo ha sido un sueño. De nuevo aparece aquí la idea de que los tres elementos de los que hemos hablado antes son los contenidos proyectados de la conciencia de la protagonista, pues según Blay y la Gestalt todos los elementos que aparecen en el sueño son partes de los contenidos psíquicos del que sueña.
Como hemos visto, la historia de Dorothy es la historia de la “vuelta a casa”, de la vuelta al propio ser, de la recuperación de las propias habilidades para ser capaz de afrontar la vida que tiene que vivir. Es el arquetipo del ser humano recuperando su ser esencial para vivir en plenitud en cualquier circunstancia vital en que se encuentre, en que nos encontremos.









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