Hace unos días fui invitado a asistir a la representación de
la obra musical El Mago de Oz
realizado por alumnos de sexto de primaria. No recuerdo haberla visto nunca en
cine y, con seguridad, tampoco en teatro. De hecho, poco conocía de ella
excepto la maravillosa canción Over the
rainbow en sus diferentes versiones, y que estaba protagonizada por unos
personajes disfrazados de forma bastante ridícula, algo así como la troupe de
payasos de un circo. Es decir, la idea de la obra El Mago de Oz me producía cierta aversión intelectual, algo así
como una súper ñoñería intrascendente para niños, de esas de las que los
adultos-adultos, y más si se creen serios, se tienen que mantener alejados. Sin
embargo, había oído a una persona decir que la obra tenía mucha simbología,
pero sin saber yo dónde se encontraba exactamente.
Así que asistía a esta obra dispuesto a descubrir esta
simbología que tenía entendido que contenía, pero que no sabía muy bien dónde
se encontraría. Y mientras contemplaba la obra representada por niños,
admirable por el esfuerzo que conllevaba para niños de 12 años, pero al mismo
tiempo muy imperfecta, no paraba de admirarme de la simbología que contenía
desde el punto de vista del camino espiritual. No se trababa de una obra “para
niños”, se trataba de una obra para todos, en la que podemos ver de manera
plástica los retos del recorrido del hombre en su senda por la tierra; algo así
como los frescos de las antiguas iglesias, auténticas narraciones para los que
no sabían leer. Como la obra que vi era una versión simplificada, no estoy
seguro de que toda la información que capté sea exacta en relación con la
película o con el libro. En cualquier caso, este escrito no muestra más que las
líneas principales de la obra.
El viaje como símbolo del paso del hombre por la tierra es
un argumento clásico que existe y ha existido en todas las culturas y que se
refleja en sus mitos, que explora magníficamente Joseph Campbell en su obra más
conocida sobre el llamado “viaje del héroe”: El héroe de las mil caras. Dejemos esto como tarea pendiente para
aquellos que deseen investigar sobre este asunto.
Comencemos por el principio. La obra está protagonizada por Dorothy,
una niña huérfana de unos 12 años que vive con sus tíos. Aunque niña, Dorothy
representa en esta obra el arquetipo del ser humano con el que todos nos
podemos identificar. Veamos el inicio de la obra: Dorothy ha tenido un problema
con su perrito Totó y para salvar la situación decide huir de su casa e ir a un
país donde no hay problemas y todo es felicidad. Con tan solo este comienzo ya
hay material suficiente para iniciar un examen de los símbolos.
Como hemos dicho antes, Dorothy representa al ser humano,
pues reacciona y se comporta como lo hace el ser humano corriente. Sin embargo,
Dorothy aparece como una niña. ¿Cómo una niña puede simbolizar al ser humano?
En primer lugar, Dorothy es una niña huérfana. El huérfano es el que ha perdido
el apoyo de sus padres, el que ha cortado con su árbol genealógico, el que no
tiene en quién apoyarse cuando lo necesita. Sus padres ya no están aquí
físicamente, los únicos padres que la acompañan son los padres interiores, la
vivencia que guarda de su padre y de su madre en su interior, y que van con
ella dondequiera que vaya, aunque sea a China o a las antípodas. Es con esos
padres con los que como adultos tenemos que vivir, aunque estemos alejados de
ellos, aunque vivan en otro país, no importa la distancia, o aunque hayan
muerto. Como decía el gestaltista Enrique de Diego, “madre no hay más que una y
hasta que mi muerte nos separe”.
Por otra parte, la idea de orfandad nos remite a la
condición intrínseca del hombre: el ser humano nace y muere solo, y aunque en
el viaje va acompañado por muchos, esta soledad intrínseca no desaparece, solo
se alivia de forma momentánea. Algunos han hablado de la angustia de vivir, la
angustia vital. Ese sentimiento siempre está ahí, al acecho. No hace mucho, la
mera supervivencia era muy dura y la gente consumía la mayor parte de sus energías
tan solo en sobrevivir, pero hoy en día, con una calidad de vida mucho mayor,
esta angustia vital surge con mucha más facilidad, aunque nos hagamos expertos
en camuflarla con todo tipo de actividades, compras (recordemos aquel lema
publicitario de “compro, luego existo”) y todo tipo de argucias.
Finamente, la orfandad alude a la idea de la persona que
tiene que apelar a sus propios recursos para salir adelante en la vida, o lo
que es lo mismo, a la persona adulta. Y precisamente son estos recursos de los
que carece Dorothy lo que la llevan a comportarse como lo hacemos habitualmente
los adultos mientras vamos aprendiendo en nuestra senda por la vida. Es por
ello que Dorothy, aunque niña, simboliza al ser humano adulto.
Como dijimos anteriormente, Dorothy ha tenido un problema
con su perrito Totó y decide huir para “solucionar” el problema. Dorothy está
aprendiendo en su viaje vital, y cree que el problema que tiene está afuera. No
se ha dado cuenta de que el problema va con ella, la acompaña allá donde vaya.
Es decir, que su falta de recursos interiores para manejar la situación vital
que está viviendo en ese momento hace que lo vea como un problema externo, y
cree que yendo a otro sitio no habrá más problemas. Mediante la huida, se está
poniendo en juego un mecanismo compensatorio: la situación que estoy viviendo
me hace sufrir, me siento mal en ella (le falta añadir, “está mal porque no sé
cómo manejarlo”) y ahí fuera existe otra realidad maravillosa donde estos
problemas no existen. Lo de fuera saca lo que uno tiene dentro sin resolver, o
lo que es lo mismo, el mecanismo de la proyección, pongo fuera lo que tengo
dentro porque no soy capaz de verlo en mí y lo veo en los demás. Los retos que uno
encuentra en la vida le están dando a uno la oportunidad de resolver aquello que
tiene sin manejar en su interior. En esta situación es fácil pensar que esto no
tiene que ser así si cambia el exterior, y buscamos ese exterior que es
aparentemente diferente. En la película este mundo exterior imaginario que se
anhela viene simbolizado por la canción Over
the rainbow. Algunas de las líneas más significativas en este sentido
dicen:
Somewhere
over the rainbow
Skies are blue
And the dreams that you dare to dream
Really do come true.
Skies are blue
And the dreams that you dare to dream
Really do come true.
En
algún lugar, sobre el arcoiris,
el cielo es azul,
y los sueños que te atreverías a soñar,
se hacen realidad.
el cielo es azul,
y los sueños que te atreverías a soñar,
se hacen realidad.
Some
day I'll wish upon a star
And wake up where the clouds are far behind me
Where troubles melt like lemondrops.
And wake up where the clouds are far behind me
Where troubles melt like lemondrops.
Algún
día, pediré un deseo a una estrella,
y despertaré lejos de las nubes, dejándolas atrás.
Donde los problemas se deshacen, como gotas de limón.
y despertaré lejos de las nubes, dejándolas atrás.
Donde los problemas se deshacen, como gotas de limón.
Como hemos dicho es esta falta de recursos internos, frente
a la situación problemática que vive, la que lleva a Dorothy a huir. Dorothy no
es capaz de ver que ya dispone de todo lo que necesita para la vida que le toca
vivir, y, por lo tanto, precisa que alguien se lo diga, que alguien le diga que
es inteligente, que es amorosa y que tiene fuerza, que tiene esos recursos en
su interior para afrontar los retos de su vida.
Y con la huida comienzan sus aventuras. Se encuentra con
tres personajes que son una proyección del mundo interior carencial, sin
recursos, de Dorothy, el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león
miedoso, que se convertirán en sus amigos y la acompañarán en la búsqueda del
Mago de Oz. El primero con el que se encuentra es el espantapájaros. Este se ve
poco inteligente, dice que quiere un cerebro. ¿Para qué? Dice que quiere un cerebro
para hacer cosas que hacen otros como resolver acertijos. Por las respuestas
que da vemos que el espantapájaros es un ser inteligente, pero se compara y en
esa comparación se ve inferior, se ve menos. Seguidamente se encuentra con el
hombre de hojalata. Este se ve sin sentimientos, quiere ser empático, y para
ello necesita un corazón. Y finalmente se encuentra con el león miedoso, que
dice que no tiene valor, que se da miedo de sí mismo, y lo que desea es tener coraje.
Dorothy, Totó y sus amigos se encaminan en busca del mago con la esperanza de
que les dé aquello de lo que carecen. Cuando se encuentran con este, se revela
la verdad del asunto: el mago no es más que una persona normal y corriente
disfrazada. De hecho, es el piloto de un globo aerostático que se ha perdido y que
disfrazado de una manera peculiar y recurriendo a trucos de magia se hace pasar
por mago. Pero aun descubierta la farsa, esta continua. Como Dorothy cree
carecer de recursos interiores, tiene que venir alguien de fuera y decirle
aquello que necesita oír para poder activarlos, aunque se sepa que en ese acto
de activación hay mucho de farsa, de mentira. Este simbolismo es el mismo que
el que se da en la actualidad con las monarquías y las religiones establecidas,
recordemos la importancia de los ropajes y del ritual, y aunque interiormente
sepamos que, por ejemplo, los reyes, obispos y rimpochés, son seres humanos
como nosotros, nuestra sensación interna de carencia hace que les otorguemos un
poder que no tienen, pues todo ese poder que les damos es nuestro poder puesto
fuera, y creemos que si ellos hacen algo sobre nosotros, nosotros vamos a ser capaces de reconectar con
esas cualidades que ya tenemos. Otra vez el mecanismo de la proyección, pero
esta vez en positivo. Y en un acto simbólico, que podríamos calificar como
psicomágico, el Mago les “da” lo que necesitan para sentirse lo que ya son,
inteligentes, con sentimientos y valientes, y que nadie más que ellos mismos
pueden darse. Al espantapájaros sin cerebro le da un papel enrollado, el
diploma de un doctorado honoris causa por una universidad, para que se sienta inteligente,
y de repente se convierte en alguien que lo es. Lo mismo sucede con el hombre
de hojalata, le regala un reloj con forma de corazón que hace tic-tac y súbitamente
se convierte en un ser con sentimientos. Y al león miedoso, le da una medalla
al valor y pasa a ser un león valiente. Mediante un acto simbólico, con estos
elementos del diploma, el reloj y la medalla, se está dando a estos tres
personajes las cualidades que ya tenían, recuperan sus habilidades “perdidas”,
las habilidades que no sabían que ya poseían y que permanecían durmientes en su
interior. Aquí se despide de estos tres amigos para volver a su casa. Siguiendo
las instrucciones que le han dado tiene que golpear sus talones y repetir las
palabras mágicas “Se está mejor en casa que en ningún sitio”, o lo que es lo
mismo, se está mejor cuando uno está en sí, es decir, en lo que es en esencia y
de lo que antes creía carecer: inteligencia, amor y energía.
La historia termina cuando Dorothy despierta en su casa y le
dicen que todo ha sido un sueño. De nuevo aparece aquí la idea de que los tres
elementos de los que hemos hablado antes son los contenidos proyectados de la
conciencia de la protagonista, pues según Blay y la Gestalt todos los elementos
que aparecen en el sueño son partes de los contenidos psíquicos del que sueña.
Como hemos visto, la historia de Dorothy es la historia de
la “vuelta a casa”, de la vuelta al propio ser, de la recuperación de las
propias habilidades para ser capaz de afrontar la vida que tiene que vivir. Es
el arquetipo del ser humano recuperando su ser esencial para vivir en plenitud en
cualquier circunstancia vital en que se encuentre, en que nos encontremos.

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